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miércoles, 6 de octubre de 2010

La gran estafa kirchnerista: artículo de Caparrós en un diario alemán

Como algo de alemán manyo, me puse a curiosear en diarios de Frankfurt  sobre las repercusiones de la visita de Cristina con ocasión de la Feria del Libro, la más importante del mundo, y en la cual este año Argentina es el huésped principal; en realidad, el anfitrión.

En Frankfurt hay dos periódicos importantes: el Frankfurter Allgemeine, de tendencia conservadora, y el Frankfurter Rundschau, de tendencia socialdemócrata. En ambos hay bastante cobertura sobre la feria, y en este último (el Rundschau) me encontré con un hermoso artículo de Wofgang Kunath sobre las librerías argentinas y sobre nuestras conductas lectoras. Pensaba traducirlo para compartirlo con ustedes, y cuando llegué abajo, al pie encontré un artículo relacionado titulado "La gran estafa". Lo abrí, comencé a leerlo con creciente incredulidad, hasta que ví a un costado el autor: Martín Caparrós. Y quien lo tradujo es el autor del hermoso artículo, así que debe tener a Caparrós por un Gran Intelectual de Izquierda. La verdad es que no sé qué decir. Pero me estremece pensar que seamos explicados de esta manera a la progresía alemana. 

Aviso: la traducción es mía, o sea, bastante de entrecasa (le pedí al traductor el original en castellano, a ver si se copa y lo manda).

Tengan a mano una palangana. Y no precisamente por la traducción.

LA GRAN ESTAFA

La dictadura militar ha generado incontables víctimas, y, entre ellas, la palabra memoria. Memoria, que quiere decir en español tantas cosas, pero que en la lengua de la Argentina de hoy es un sustantivo femenino, al cual se le adjudica un solo significado: el recuerdo de la dictadura militar de 1976-1983 y de  sus víctimas

Pero este tipo de memoria, que se manifiesta tan monumental e inconmovible, se modifica. Lo recordado cambia según el punto temporal y el objetivo. Memoria, ese gran tema argentino de las últimas décadas, pasó hasta el momento por tres fases diferentes, y que tienen en común que todas fueron escritas por las víctimas.

Los ricos de la Argentina, que gracias a los golpes militares militares conservaron su poder,  tuvieron que asumir desde el principio, que esta intervención militar fuera demonizada, porque en sus métodos era imposible de defender. Como cuenta la historia y se recuerda, los que determinaban no eran los ganadores, sino nosotros, los perdedores. Pero con el transcurso del tiempo, la memoria fue cambiando. Entre 1978 y 1995, se pensó en los activistas políticos a los que los uniformados habían asesinado, sobre todo como víctimas. Cuando comenzaron las primeras Madres de la Plaza de Mayo a aparecer  por despachos y autoridades, para buscar a sus hijos, lo último que harían era mencionar la militancia política de esos chicos, de la que por otra parte en muchas ocasiones nada sabían. Por eso presentaban a sus hijos como inocentes indefensos, que sucumbieron ante la maldad de un grupo de perversos sedientos de sangre

Esa lectura fue tomada por las organizaciones de derechos humanos, lo que se reflejó en el informe “Nunca Más”, en el cual se volcó el horror recogido por una comisión investigadora. En ese texto aparecen los secuestrados y asesinados como personas sin historia anterior, se informa sobre ellos sobre cuando fueron secuestrados y asesinados. Por eso comenzó a  denominarselos en general como desaparecidos

Esto se modificó a partir de los noventa, cuando algunos de nosotros comenzamos a insistir con que se los haría desaparecer por segunda vez si sólo los rememoráramos como objetos de sus verdugos en lugar de como sujetos con sus propias decisiones, a los que se les expropiaba su historia anterior.

Por ello se hicieron esfuerzos para devolver a los desaparecidos sus historias de vida. Se conoció más sobre su vida, y sobre los caminos que habían transitado, y así salió cada vez más a la luz, que la mayoría fueron víctimas de la dictadura, porque habían decidido luchar por un radical cambio de la sociedad que los uniformados defendían.

Esta nueva manera de recordar las historias de vida permitió darles un sentido político más abarcativo. Y a través de ello fue también posible, recordar que los asesinos no mataban porque fueran perversos, sino porque querían mantener su orden social y económico, que al final triunfaron y fueron la base de la Argentina de hoy. Al mismo tiempo comenzó un debate serio y mejor documentado sobre los objetivos y práctica política de los activistas, sus errores y aciertos.

Hasta que en el año 2003 llegó al poder Néstor Kirchner. Quien sabe cómo se le ocurrió a este gobernador de una provincia muy patagónica el repentinamente considerar a los activistas de los setenta como sus antecesores políticos, tomarlos como referencia histórica, él, que con veinte años de ejercicio del poder en Santa Cruz nunca mostró el menor interés sobre este tema.  Para ello debía falsearse la historia: ya que Néstor Kirchner y su mujer Cristina no tenían ninguna intención de asumir convicciones socialistas, las que habían costado la vida a los militantes de aquel entonces, los convirtieron entonces en unos extraños activistas  socialdemócratas; rescataban la militancia, pero los vaciaron de contenido yl objetivo político. De esta manera pudieron convertir a estos militantes revolucionarios en mitos fundacionales de un gobierno que pudiera reconstruir el estado burgués en Argentina y poder incorporarlos en su rol dentro del capitalismo globalizado

Cómo funciona esta operación, se mostró claramente cuando fue el presidente Kirchner a Vedia, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, al inaugurar un par de aulas y unos metros de asfalto. Dijo que lo movía ir a Vedia, porque en los setenta había debatido con”algunos desaparecidos” de Vedia, “cómo podríamos construir un país mejor”, y que, “como soñamos en ese entonces, ninguno podía imaginarse que eso podría ser realizado como presidente, lo que hubieran querido para Vedia”. Sus camaradas murieron  en lucha por el socialismo, y él decía, que lo que hubieran querido era un par de metros de adoquines y las aulas.

Con esta estrategia los Kirchner llevaron a cabo un fraude fundamental: que este gobierno sea la voluntad de los hombres y mujeres de aquel entonces. Esto es asombroso: porque cada análisis de las correspondientes expectativas de los unos y de los otros sacan a la luz resistencias inconciliables. Pero en una sociedad sin un proyecto común, en la cual cada alternativa es reemplazada por un pragmatismo barato, la retórica
puede ocupar un lugar de la política. Algunos intelectuales se han visto envueltos en este verso  y han cerrado los ojos a lo que los rodea. Se han dejado arrullar. Ayudan además a popularizar esta impostura y a generalizarla. Por ello muchos argentinos creen que los que hoy gobiernan, serían  como los activistas políticos de los 70. Por tanto creen, por su ejercicio del poder, que esos activistas revolucionarios muestran hoy su peor cara, porque mienten, porque amenazan, porque se enriquecen.  Lo que permite por otra parte a las cabezas del establishment , revisar las formas convencionales del pensamiento. Por décadas, por la presión de la sociedad tuvieron que convivir con la idea de que hubo una voluntariosa juventud  que murió por sus convicciones. Con las desvergonzadas maniobras del gobierno pueden retomar el imaginario de los medios de comunicación masivos que ya en 1976, al comienzo de la dictadura, legitimaron los asesinatos; que los activistas políticos eran individuos violentos, peligrosos, falsos, malos, llenos de odio y avaricia, que lo que les pasó lo tenían merecido.

La porción de la sociedad, que ganó la batalla política y económica con el golpe del 76, puede ahora, después de la gran estafa kirchnerista, pasar al contraataque: porque ellos quieren ahora también controlar las formas de la memoria. Libros, artículos, debates televisivos: la lucha ya está en la calle, y es dura.


Fuente: Frankfurter Rundschau

Pueden ver el original en alemán aquí.

RH