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jueves, 27 de octubre de 2011

Néstor se reiría



Qué bueno todo lo que pasó, que bueno todo lo que nos dejaste. Me río de las cosas que pensaban muchos amigos de vos en el 2003, y me río de lo que escribían algunos de los que ahora son casi incondicionales.

Eso es lo extraordinario Néstor, porque vos no eras un desconocido; la cosa era peor. Eras alguien mal conocido y por tanto necesariamente sospechoso. Y  al final, a todos estos, a los amigos, a los nuestros, no les tapaste la boca: se las llenaste de palabras. Palabras de asombro, palabras de agradecimiento, palabras de amistad. 

Empecemos por el 20 de abril del 2003, Horacio Verbitsky, en el pesimista "Otra vez sopa"

Néstor Kirchner y Leopoldo Moreau. Apoyados por Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín, ambos pueden ser descriptos como Menos de lo Mismo. Si la elección presidencial hubiera coincidido con las de gobernadores y las de legisladores nacionales, provinciales y municipales, el apoyo del aparato justicialista bonaerense podría haber hecho una diferencia en favor del gobernador de Santa Cruz. Pero la manipulación del cronograma electoral termina jugando en su contra. En el cuarto oscuro no habrá una sábana de boletas, con los nombres de Felipe Solá, Hilda González de Duhalde o Manuel Quindimil sino apenas una hojita con los de Kirchner y su coequiper Daniel Scioli, cuya designación produjo el mismo efecto que la de Gustavo Gutiérrez en la fórmula del ARI. Si Kirchner se impusiera, cogobernaría con el aparato bonaerense del duhaldismo aunque la brutal sinceridad del gobernador Felipe Solá al referirse a la facilidad con que las ricas provincias petroleras producen candidatos presidenciales despreocupados de las penurias de la administración, sugiere que las expectativas de triunfo no van en ascenso. Lo mismo se deduce de la destemplada acusación del ministro Aníbal Fernández al sociólogo Manuel Mora y Araujo, de falsear los datos de su última encuesta, según la cual el candidato oficial podría no llegar a la segunda vuelta.

Menos de lo mismo! Jajajaja, ¡Y Kirchner dependía -según el perro- de la imagen de Solá, Chiche y Quindimil! 

Y el cierre: "Ninguno de los gravísimos problemas advertidos entonces han sido solucionados, ni parecen en vías de serlo" Jajaja

Aliverti, 5 de mayo del 2003, en "El agujerito sin fin"

El arco progre volverá a estar separadamente junto para protestar y ganar la calle cuando dentro de muy poco, con Menem o con Kirchner, se firme el innúmero ajuste con el Fondo Monetario, el aumento de las tarifas de todos los servicios públicos, el recorte de las partidas en salud y educación para pagar la deuda, el ataque sobre la banca pública y así de corrido hasta completar el manual del buen liberal. Con más o menos asistencialismo, con farándula y palos de golf o con discurso arropado de estatista, con personajes impresentables o con otros dibujados de gente sensible, pero el manual de siempre. Y más tarde, o más temprano, con nuevos “argentinazos” o “porteñazos” de por medio; con presidentes que volverán a fugar en helicóptero, o que se quedarán colgados de un hilo, o que llegarán a puerto porque el Poder sacó sus conclusiones y no repetirá (los mismos) errores básicos; con elecciones de vuelta anticipadas o no, los progres del intelecto cumplirán con su obligación de volver a dividirse para marchar a las urnas.

 Y Néstor daba pistas...


“Puede ser que haya coincidencia sobre futuros temas de fondo en la Argentina. Espero que así sea y junto a otros dirigentes se pueda crear un frente nacional, progresista, popular que permita acordar políticas de Estado antes y después de las elecciones, no importa después a quién le toque gobernar”.

Por los dichos de los protagonistas no fue la formación de un nueva coalición política, pero se le pareció mucho.
Los tres se sentaron con forzada seriedad. Ibarra y Kirchner flanquearon a Carrió. Escucharon en silencio el documento que firmaron y que había redactado la senadora Cristina Kirchner, quien sugestivamente prefirió quedarse en Santa Cruz porque no había sesión en la Cámara alta. Qué curioso ¿no? Carrió suscribiendo algo redactado por Cristina, esa que no sabía nada años después...

Pero los malos si se daban cuenta quién podía ser Néstor: IDEA, 14 de mayo del 2003.

El gobernador santacruceño es para la mayoría de los ejecutivos un político poco conocido y esquivo. Esas incógnitas dibujan su costado más temible, de supuesto anticapitalista y ultrarregulador. Las prestadoras de servicios públicos privatizados figuran entre las más preocupadas por esos supuestos rasgos del eventual triunfador del domingo, sobre quien proyectan la misma inacción duhaldista para resolver, por ejemplo, el problema del congelamiento tarifario.

Para los que quieran ver lo que Néstor tuvo para decir en ese entonces, tenemos




Cierro redundamente con el cierre de este reportaje que le hizo Granovsky el 11 de mayo del 2003, en un avión a 10000 mts de altura, que resumen las ideas de Néstor, los ritmos de Néstor. Y que contestan esa pregunta tan manida, del "porqué recién ahora" de tantas cosas.

Si uno recuerda los temas de hace cinco años y los compara con los que se discuten hoy en América del Sur verá que estamos ante una instancia importante, si la sabemos aprovechar con paciencia y gradualmente. Tenemos que construir los próximos 30 años.
–Pero la gradualidad a veces se devora presidentes en un año.
–Me toca vivir esta etapa de la historia. La pienso en escalones.
–¿Es realismo o resignación?
Es acertar y entender. Nadie cambiará en cuatro años una sola realidad. Sería mesiánico. Si la gente me vota, voy a hacer lo que más pueda para lograr estos objetivos. Pero tampoco voy a apretar el acelerador para que se frustren esas metas. Aspiro a que en cuatro años el país quede en una meseta más alta que hoy.

Y vaya si lo lograste querido Néstor. Vaya si lo lograste.

RH

lunes, 24 de octubre de 2011

Hoy, justo hoy, Caparrós se permite dudar de la democracia

Y lo hace además, otra vez, en un diario extranjero, en este caso, El País de España (por suerte, esta vez no toca traducir). Pego la nota entera, porque casi no tiene desperdicio: todo es descalificador. Y encima a este individuo alguien le contó que a partir de ahora la perspectiva y el tono de la narración tienen que ser borgeanos (la doctora peronista, el doctor peronista, el pueblo había rugido, el pueblo está rugiendo). Y la comparación de Cristina con Tinelli, con Berlusconi, ¡con Paulo Coelho!

Eso sí, este señor que con tanto fervor denuesta la razón democrática, en su post anterior, el que está debajo en su blog escribe una nota hagiográfica -de vida de santos- sobre un torero que se murió. ¡Un torero! O sea, se permite dudar de la democracia desde la perspectiva de la razón, calificando al pueblo de bestia, de animal (había rugido). Y se emociona con un torero.

Qué pena Caparrós.

Pero te la vas a tener que tragar.

RH

En la Argentina hubo, como sabemos, elecciones, y sucedió lo que iba a suceder: la doctora peronista Cristina Fernández fue reelegida con el 53,7 por ciento de los votos, una cifra bastante extraordinaria –casi cuatro puntos más que el doctor peronista Carlos Menem en 1995, cuando algunos escépticos pinchaglobos hablaban de voto-cuota y recibían el escarnio general porque el pueblo había rugido con tanta claridad y quién es quién para hablar cuando el pueblo está rugiendo.

Ahora también: el pueblo acaba de rugir, y amigos que pensaban ciertas cosas dudan. Yo, en cambio, dudo ahora porque siempre dudo: porque sólo creo –si en algo hay que creer– en la decencia de la duda. Dudo: me pregunto. Y además, por supuesto, sangro por la herida; pero no ahora, ésta: llevo años sangrando por la herida de la sanata patria.

Hubo elecciones y fueron, está claro, gritos de la vox populi: una gran cantidad de personas argentinas –más de un tercio de las personas argentinas habilitadas para votar, más de un cuarto de todas las personas argentinas– dijo que prefería que el gobierno argentino siguiera siendo el mismo. Y entonces los que no lo querrían se ponen a dudar, y los que sí lo querían se ponen más orgullosamente seguros que nunca: recibieron el famoso veredicto de las urnas –que los declaró inocentes o más que inocentes: ganadores. Ese veredicto, dicen, los confirma en sus ideas, demuestra que tenían razón: se alborozan porque los números les dicen que tenían razón.

Y ahí es donde dudo, me sorprendo ante el método: ¿por qué señoras y señores que desconfían del juicio de las mayorías cuando evalúan un programa de televisión, un libro, una canción, una conducta, lo reivindican como valor definitorio cuando evalúan un proyecto de gobierno? ¿Por qué el hecho de que muchos voten a un candidato lo hace mejor, valioso, valedero, y en cambio el hecho de que muchos lean a Paulo Coelho, un suponer, lo convierte en un chanta oportunista? ¿Por qué la cantidad legitima un gobierno pero no, digamos, un programa exitoso de la televisión? ¿Esos señoras y señores están dispuestos a decir que las mayorías se equivocan cuando eligen ver culos contra el caño de Tinelli o cuando atacan a extranjeros pobres o cuando apoyan la pena de muerte, pero no se equivocan cuando eligen votar a tal frente para tal victoria? ¿Dispuestos a sostener que hay temas en que la cantidad sí vale como sanción y otros en los que no? ¿Dispuestos a argüir que la razón democrática debe aplicarse a las elecciones políticas pero no a las demás? Es un problema.

(Y no hablo de la maniobra más vulgar, la que consiste en celebrar como una auténtica expresión de la voluntad popular los votos de tu candidato y deplorar como un efecto del marketing electoral los del de enfrente. Digo: no estoy hablando de quienes dicen que el 53 por ciento de Cristina Fernández en la Argentina es una prueba de que El Modelo está en lo cierto y el 62 por ciento de Macri en Buenos Aires demuestra que un publicista astuto puede vender cualquier pescado. Esa pavada se critica sola: o creen que la votación es puro mercadeo en cualquier caso, o creen que es expresión del pueblo en todos. No hablo de ésos sino de los que piensan que la cantidad vale cuando vota y no cuando elige canciones piensa insulta consume cultura viva a boca. Los que no suponen que el 76 por ciento de argentinos católicos implica que su dios existe o, por lo menos, que es más correcto creer en Jesucristo que no hacerlo.)

Es un problema. La razón democrática es un problema. En política, la cantidad sirve para ganar, pero no para probar lo acertado de un proyecto. A menos que ser acertado sea ser votado y entremos de lleno en la tautología. Si, como decía un general local, la fuerza es el derecho de las bestias, ¿la cantidad es el derecho de qué o quiénes? Tengo respuestas posibles pero tengo, sobre todo, dudas. Es cierto –me dirán y me digo– que todavía no hemos inventado ningún método mejor que la cantidad para legitimar la instalación de un gobierno. Entonces simulamos que no sólo es –por ahora– el mejor, sino que además es bueno. Y que creemos en su mecanismo y en sus resultados, aunque rechacemos ese mecanismo y esos resultados en otros ámbitos.

Es un problema.

Dudo.

Dudo: además, es innegable que la razón democrática ha dado, en la Argentina y en el mundo, resultados tan pobres, tanto sufrimiento. Dudo: que parezca menos mala, ¿es razón suficiente para creer que tal práctica es buena? ¿O lo es, más bien, para buscar ansiosamente otras? Es lo que dicen, creo, sin decirlo, esos señores y señoras que saben que el rating de Tinelli, de Berlusconi o de Coelho no los cambia, no los hace mejores.

domingo, 23 de octubre de 2011