jueves, 29 de agosto de 2013

Parece mentira que "algunos intelectuales"...

...como Sarlo, Verón, Sebreli y otros que ya alcanzan la categoría de impostores como Rozitchner(h) o Abraham crean que estando insertados en la estructura de un monopolio con visos de convertirse en un poder totalitario, van a ser "sus gurúes", una suerte de "guías espirituales". No caen en que les va a pasar lo que al oportunista y tibio nazi Heidegger que fuera cooptado, fagocitado, digerido y defecado por el nazismo, habiendo tenido suerte de no ser borrado del mapa como le pasó a la primera y violenta claque nazi de las SA, sustituida por los fríos exterminadores de las SS.

Que desconozcan la historia: tantos, tantos "intelectuales" que se apoyaron en el tirano y que, cuando levantaron una ceja, fueron eliminados.

Increíble que personas supuestamente inteligentes, supuestamente por encima de la media, asistan alegres a los preparativos de su propio funeral.

¿No será que no eran tan inteligentes? ¿No será que simplemente la complejidad, la oscuridad de sus discursos enmascara la nada? ¿Que muchos de sus "hallazgos" fueron sencillamente ejercicios que se aproximan más a la poesía, que a una aproximación correcta a la realidad?

Muy dañinos, muy desleales, muy tontos a la larga. Porque yo soy resultadista: si fuiste protagonista un tiempito, te hicieron creer que eras lo más pero al final te tiraron a la basura, es que fuiste un idiota.

Y ahora sos un idiota en la basura.

Algunos podrían decir que esto podría aplicarse a "nuestros" intelectuales. La respuesta categórica es NO. Los "nuestros" vinieron críticamente, son críticos, y creen simplemente que éste es un camino.

Como lo creemos todos los demás.

Los que soñamos en la calle.

Un intelectual "de esos", es como uno de esos "jueces": individuos que en su mediocridad y cobardía se limitan, con sus diplomas, a confirmar los caprichos del poderoso. A "legitimar" su poder.

Que nadie se calle ante ellos: perdieron su propia legitimidad de pensadores. Ahora son tristes máscaras que, en su megalomanía, disimulan su condición de sombras traidoras.

Que nadie se calle.



RH

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