Cuando Macri propone que cada torre tenga su propio generador, da un paso más en dirección al tipo de sociedad ya previamente representado en los countries: una sociedad de "islas de bienestar", autónomas, autosuficientes. Una utopía liberal, el "triunfo de cada uno" por sobre los demás. Una distopía en realidad, porque para realizarse necesita de perdedores, de muchos más perdedores que de ganadores.
Los countries, las torres como lugares cerrados, protegidos, amurallados.
El eterno retorno del fortín protector frente a la maldita toldería oscura, ruidosa, hedionda.
Arriesgo: no sería casual que la mayor parte de las torres -más de 23000 permisos de obra- se erijan en Caballito. Caballito, el centro geográfico de la ciudad, pero además - y éste es un dato desconocido para la mayoría- su punto más alto. En ese inconsciente aterrorizado que el magnate del mal crea sin fin, el lugar más seguro, desde el cual divisar las hordas siempre amenazantes del imaginario distópico.
El circuito que se retroalimenta de miedo, y que anuncia permanentemente la necesidad de "más protección", más cámaras, más policías, más seguridad privada. Una sociedad de prisiones, un gigantesco panóptico de Bentham que cubre a toda la sociedad "liberada". Qué gran paradoja la de la libertad liberal: la ausencia de reglas en lo económico sólo puede concluir en una economía copada por monopolios; la creación de medios de seguridad "a medida", al aprisionamiento de toda esa sociedad que pide cárcel y exterminio para los que provocan sus miedos. Y todo esto motorizado por la palabra y las imágenes emitidas por los grandes psicópatas, los grandes enloquecedores.
En agosto del 2012 escribí esto que sigue:
Y ENTONCES EL CAPITALISMO FINANCIERO DIJO:
“En la ciudad, la producción ya no constituirá la fuente de sustento de las personas.
Se destruirá la vivienda familiar tradicional, quedando ésta, en zonas de la ciudad por nosotros sagazmente elegidas, sólo como recurso estilístico para el comercio con extranjeros nativos o naturalizados. Será reemplazada por horribles torres, que asomarán opresivamente por encima del horizonte de la ciudad.
En estas torres, las gentes de distintos estratos sociales se hacinarán y constituirán unidades defensivas unas contra otras.
Enemigos imaginarios sembrarán de pesadillas la vida de estas gentes, que vivirán su propia desgracia como un triunfo contra estos enemigos por nuestra iniciativa inventados.”
Y DIJO EL CAPITALISMO FINANCIERO:
“Un día despertarán.
Pero ya todo será nuestro.”
Eso escribí en agosto del 2012.
Y la tendencia sigue firme, pero con paradójicos matices: ahora se sabe que "la producción" en su vertiente esclavista sigue ciénagamente floreciente; y se sabe de una de las peores maneras posibles. Porque parece ser que, mientras en el resto de la Argentina la tuberculosis se redujo en un 39%, en la CABA aumentó en un 25%, gracias a los hacinamientos dados en la producción esclava.
El miedo como herramienta, el odio como consecuencia, la enfermedad, la violencia.
La libertad de todos, amenazada por los "liberadores"
Los countries, las torres como lugares cerrados, protegidos, amurallados.
El eterno retorno del fortín protector frente a la maldita toldería oscura, ruidosa, hedionda.
Arriesgo: no sería casual que la mayor parte de las torres -más de 23000 permisos de obra- se erijan en Caballito. Caballito, el centro geográfico de la ciudad, pero además - y éste es un dato desconocido para la mayoría- su punto más alto. En ese inconsciente aterrorizado que el magnate del mal crea sin fin, el lugar más seguro, desde el cual divisar las hordas siempre amenazantes del imaginario distópico.
El circuito que se retroalimenta de miedo, y que anuncia permanentemente la necesidad de "más protección", más cámaras, más policías, más seguridad privada. Una sociedad de prisiones, un gigantesco panóptico de Bentham que cubre a toda la sociedad "liberada". Qué gran paradoja la de la libertad liberal: la ausencia de reglas en lo económico sólo puede concluir en una economía copada por monopolios; la creación de medios de seguridad "a medida", al aprisionamiento de toda esa sociedad que pide cárcel y exterminio para los que provocan sus miedos. Y todo esto motorizado por la palabra y las imágenes emitidas por los grandes psicópatas, los grandes enloquecedores.
En agosto del 2012 escribí esto que sigue:
Y ENTONCES EL CAPITALISMO FINANCIERO DIJO:
“En la ciudad, la producción ya no constituirá la fuente de sustento de las personas.
Se destruirá la vivienda familiar tradicional, quedando ésta, en zonas de la ciudad por nosotros sagazmente elegidas, sólo como recurso estilístico para el comercio con extranjeros nativos o naturalizados. Será reemplazada por horribles torres, que asomarán opresivamente por encima del horizonte de la ciudad.
En estas torres, las gentes de distintos estratos sociales se hacinarán y constituirán unidades defensivas unas contra otras.
Enemigos imaginarios sembrarán de pesadillas la vida de estas gentes, que vivirán su propia desgracia como un triunfo contra estos enemigos por nuestra iniciativa inventados.”
Y DIJO EL CAPITALISMO FINANCIERO:
“Un día despertarán.
Pero ya todo será nuestro.”
Eso escribí en agosto del 2012.
Y la tendencia sigue firme, pero con paradójicos matices: ahora se sabe que "la producción" en su vertiente esclavista sigue ciénagamente floreciente; y se sabe de una de las peores maneras posibles. Porque parece ser que, mientras en el resto de la Argentina la tuberculosis se redujo en un 39%, en la CABA aumentó en un 25%, gracias a los hacinamientos dados en la producción esclava.
El miedo como herramienta, el odio como consecuencia, la enfermedad, la violencia.
La libertad de todos, amenazada por los "liberadores"
RH
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