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martes, 26 de abril de 2011

El momento en que se jodió el Mario y otras historias de desamor y amor

Querido blog:

Es cierto, había dicho "olvidémoslo...", pero, qué querés que te diga,  vi la foto que publicó Algún, y me trajo a la superficie uno de esas sospechas medio delirantes que suelen acosarme a determinadas horas de la noche, y que tienden a comenzar con la peligrosa inquisición  "por qué será que...". Le había dado vueltas a esto sobre Vargas, y más en vista de la ausencia de argumentos a la hora de defender su postura conservadora. Eso que algunos de los que lo (des)califican definen como pereza intelectual . Porque, querido blog, si uno agarra ese (des)calificativo, se pregunta ¿qué es la pereza? Y, la pereza, la verdad,  es resistirse a hacer algo que uno no tiene ganas de hacer. Y si se piensa en Vargas, ese hombre habitualmente tan lleno de palabras y tan poco perezozo a la hora de vertirlas sobre el papel, más chirría la cosa. ¿Por plata? Puff, Saramago, a pesar de que  publicara tanto en El Pais, el medio vargasllosista par excellence, nunca renegó de sus ideas, nunca apostató.

Pero a la pereza intelectual se contraponen una furia, una pasión casi sobreactuadas  ¿Por qué querido blog, tanta furia, tanta pasión?  Y, hay que echar a rodar la imaginación. ¿una desilusión amorosa? Yo ya había coqueteado con esa idea respecto de otra persona  querido blog -nada que ver con Vargas, te aclaro-, y ahora que no nos lee nadie, te lo voy a contar. La gorda Carrió. No me mires así. Yo se lo comenté a algunos cercanos, al Marquesito, a la Tana; me miraban como me mirás vos ahora. Pero yo dále, lo de la gorda es que fue un desengaño. Fijáte, fijáte bien. La gorda,  todo las veces que hablaba de él y de ella, bien o mal, lo hacía desde una perspectiva personal  Para mí, la gorda se apasionó con el flaco. Debió ser en la noche de los tiempos, cuando aquel frente que se hizo para pedir la caducidad de los mandatos. Cuando asumió, "Kirchner tiene buenas intenciones". "Es la primera vez que no siento asco al sentarme en el Congreso". Y aclaraba, "Con Cristina tuvimos diferencias de carácter". Cuando se despechó, "la gente me dice, los quiero matar", y todo lo que ya sabés. Y así siempre, siempre cosas personales,  con esas idas y vueltas, tan propias de los despechados, diciendo "un día la gente se va a dar cuenta de como son de verdad". Un odio apasionado. Vos  sabés como soy, hasta lo tenía documentado. Un desengaño amoroso, decía yo. Ya no lo digo más, te lo cuento ahora querido blog, te lo dejo caer, como algo que ya pasó.

Y Vargas... lo mismo. Por ahí estoy equivocado, pero a mí me parece que la cosa viene de cuando lo descubrió al Gabo con la mujer. La famosa piña. Y me parece que, parafraseándolo catedralmente , ahí es cuando se jodió el Mario. Qué loco, ¿no querido blog? Pero a mí me cierra. Una persona tan rica discursivamente, que después se hiciera tan renegado, y encima por partida doble. Es decir, en lo que hace a principios, y en lo que hace a carácter también. Mirále las cejas. Estaría bueno agarrar y hacer un gráfico de cejas de Mario, de cómo han ido evolucionando de la curva suave de antes de la piña a Gabo hasta esa iracunda V invertida de ahora, por más sonrisa forzadísima que esboce. Esa dentadura aprrretada de rrrabia que a fuer de estirar las comisuras logra que parezca eso, una sonrisa de hierro blanco. Y toda la consistencia se le quedó ahí, porque en las palabras políticas, querido blog, nada de nada. ¿Qué puede decir, más que oquedades? Porque no hay ideas detrás, sólo la pasión destructiva de un desengañado. El Mario que se jodió, el que en su dolor nos quiere joder a todos los demás, a los que él, macho engañado, nos identifica -por izquierdistas antes, por populistas ahora- con el  Gabo. Cuando escribe, cuando ya no está él , el Mario que se jodió, ahí -me dicen- se puede atisbar algo de lo que fue el escribidor. Pero yo hace años que no lo intento querido blog. Para mí sólo queda el Mario que se jodió.

Vos sabés que un conocedor del alma humana como Conrad contaba algo parecido en su novela Victoria: un alemán, dueño de una taberna en una isla en el Indico,  se obsesiona con un pobre sueco, calumniándolo, acusándolo de cosas increíbles, y en ese bucle infernal de creerse esas mentiras que él mismo construye, termina contratando sicarios para matar al inocentísimo y correctísimo señor Heyst. ¿Y todo porqué? Por una pasión no correspondida. El alemán quería apretarse a su camarera, ésta no le da bola y sí al sueco. Todo el odio, toda la rabia de ese despecho se enmascaran en razones casi de orden moral,  ficticios actos horribles del señor Heyst que el tabernero alemán se inventa en su cabeza y que justifican, para él, su muerte y con ella la destrucción de toda esa pequeña sociedad que se había generado en la isla. Alguien explicó que lo que Conrad relataba, era una alegoría de lo que era Europa en ese momento. Y yo siempre sentí que iba más allá, que muchos de los actos políticos -sino todos- están determinados a priori por cuestiones personales, en el mal y en el buen sentido también.

Todo esto te parecerá un delirio trasnochador y trasnochado querido blog. Yo mismo lo pienso. Por suerte, esto queda entre vos y yo.

Y sin embargo... ¿Sabés? Hay algo que, por contraste, me hace pensar que tengo razón. Porque, si reflexiono, pienso que a este país que tantas veces se jodió, lo salvó el amor de dos parejas. Sí, sí. Pensálo bien. Sin el amor que se profesaron, unos hace tanto ya, y los otros ahora, ese par de hombres y mujeres jamás hubieran asumido las tareas ciclópeas que encararon conjuntamente por todos nosotros. Sin su amor, no los hubiéramos tenido.

"¿Cómo puede una pareja como los Kirchner gobernar la Argentina?", se delata, con su propia pregunta, el Mario que se jodió.

RH