Estos días vi algunas veces la historia de De la Rúa en Davos en el 2000. Se cuenta que Clinton lo felicitó, que le dijo que "estábamos en el buen camino", y que "no tardarían en llegar las inversiones".
No llegaron nunca.
Así que Clinton, o se equivocó, o mintió, o un poco de ambas cosas.
Clinton, en ese entonces la persona más poderosa del mundo.
La moraleja vendría a ser: nada hay de infalible en Davos. Queda por determinar, por una suerte de casuística de valores:
Cuántos de los que participan se equivocan
Cuántos de los que participan mienten
Cuántos un poco de ambas opciones.
(No hay una cuarta alternativa)
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