domingo, 31 de marzo de 2013

LA CASA (NO) ESTÁ EN ORDEN. Y ES MARAVILLOSO


Uno ahora se da cuenta de tantas cosas.

Y una es que Alfonsín no había mentido. Visto lo visto, eso que ocurrió-traición, claudicación, entrega- era que "la casa está en orden". Siempre había sido así, y el intentar otra cosa era desordenar la casa.

Anteayer me pasó una cosa fea: perdí un texto que llevaba muy adelantado, de esos textos que me salen de vez en cuando, al decir de Cortázar de los cuentos breves, casi como quien se quita una alimaña de la cara de un manotazo. ¿De qué trataba? Lo había desencadenado una nota de tiempo Argentino, que decía algo así que se calculaba la plata fugada en 190 mil millones de dólares, y que con eso se podrían construir casi un millón de viviendas. No puedo reconstruir la ilación, el ritmo, la pasión de lo que escribí, y aún me da como un agujero ronco y húmedo (otra de Cortázar) cuando pienso como se fue delante de mis ojos por darle a la tecla equivocá. Pero contaba que eso debía encararse como una batalla más de la GUERRA cultural en la que estamos inmersos. Porque lo que debe comprenderse de una vez por todas es que la fuga no es “porque no inspiramos confianza” o sandeces así. No. Hay que tomar conciencia de que este país fue casi creado para eso, para llevarse todo. Que esta ciudad es la cabeza de playa de ese imperio que ya no tiene un lugar físico, ya no tiene una capital, que no está en ningún lado y está en todos a la vez. Que para ese imperio este lugar –y España, y más y más y más arriba y más cerca del centro- todo es para despojar, para fagocitar, para parasitar. Se me viene a la cabeza la imagen de “La guerra de los mundos”, esa historia contada por Orson Welles en la radio y después llevada al cine en los 50 y últimamente por Spielberg, y lo aterrador es que esos monstruos/máquinas fungían perfectamente como los brazos de ese imperio totalmente impersonal y terrible, con unos largos brazos mecánicos que arrastraban a las personas a cestas y las consumían en una dinámica terrible. Impresionaba la alegoría del principio al fin, porque esas máquinas aparentemente habían llegado a la Tierra miles de años antes, estaban agazapadas esperando a llevarse todo sin importar que se destruyera todo. Y al final sucumbían, víctima de una común enfermedad terrestre. Como quizás suceda con esta versión de la guerra de los mundos que emprenden estos asesinos parásitos contra todos los pueblos.

Y también hacía otra comparación que ilustra aún más lo depredador de este sistema: son 900 mil viviendas, pero desde la perspectiva de ellos, son apenas mil Cezannes y Picassos.

Sí sí. Un señor gringo acaba de pagar 155 millones de dólares por un Picasso, y hace unos meses, el príncipe de Qatar pagó 190 millones de euros por un Cezanne. Y entonces es lo que le digo, este sistema, esta “fuga” ES para eso, para que esos señores tengan todo para comprar lo que quieran, esos cuadros o a Cristiano Ronaldo en 100 millones de euros.

Y esa plata no vuelve nunca. Olvídese. Olvídese de los 190 mil millones de euros, están perdidos para siempre.

Esa es “la casa en orden”. El orden es ese: este país y todos los periféricos que son cada vez más tienen que seguir alimentando a las máquinas infernales de arriba.

Y entonces aparece nuestro maravilloso desorden. Una muestra, de esas cosas laterales que te muestran el todo: hace un rato, dieron en Incaa “Cortázar”, del año 94, (otra vez aparece don Julio…), dirigida por Tristán Bauer. Y pienso que maravilla que ese señor que dirigió esa película luminosa sobre un personaje luminoso sea ahora quien dirige todo el entramado de RTA, con canal Encuentro, con Paka Paka, y tantas cosas por venir.

Hay tanto en movimiento. La casa, en maravilloso desorden.

Y está todo por hacer, porque era tanto lo destruido y tan pocas las personas que comenzaron esto. Y los problemas se enfrentan uno tras otro, y te vas dando cuenta que los van poniendo en fila, como pueden ir afrontándose. Es como un Tetris, que van cayendo las fichas y se van acomodando. Ahora el combo inflación dólar fuga. Con lo que siempre voltearon a los gobiernos.

Es una guerra cultural, entre las sociedades locales que viven de lo que producen y del intercambio con otras sociedades locales, y ese, el de las máquinas monstruo que se quieren llevar todo y que con sus portavoces de aquí nos quieren convencer que lo bueno es darles todo a los de afuera porque… “así siempre fueron las cosas”. Eso es “lo bueno” de atraer la inversión extranjera. En el momento en que la casa más en orden estuvo, la mentira llegó a su punto culminante: dejamos de hacer todo. Lo poco que ingresáramos por lo poco que exportáramos, se los dábamos a ellos para que nos vendieran caramelos de Portugal. Eso sí que era orden.

Como siguen considerando orden que las propiedades en Argentina se paguen en dólares. Esa era la fuga perfecta. Ganabas y ahorrabas en pesos, tenías que ir y comprar dólares para pagar una casa. Esos dólares eventualmente iban a comprar otra casa, y al final… se iban.

Y no hay otra. Comprar dólares con la excusa que sea, ES fugar capital. Eso no vuelve nunca.

Y no me provoques con la soja. Esos que se vienen haciendo la soja desde hace años, con las dos manos, han fugado directa o indirectamente casi todo lo exportado. Compárense las cifras de exportación de soja con la plata fugada, y se verá que son magnitudes comparables.

Da todo mucho trabajo, es una guerra larga, la guerra cultural. Porque siempre estás al borde de la cautelar, que siempre es para el mismo lado: mantener el status quo.

Pero es una guerra maravillosa, que quizás se extienda por el mundo. Hay que enseñar, y mucho. Mostrar que nada es casual, que son miedos creados por intereses creados. Que somos todos posibles víctimas, y ellos también, aunque consigan todos los dólares del mundo.

A desordenar el mundo.

RH

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