A mí me parece que lo que pasa acá es un caso único en el mundo.
Que cada 24 de marzo miles y miles de personas salgamos a la calle, vayamos a la plaza, nos juntemos cantemos, lloremos, nos abracemos.
Y ya son casi 40 años.
Siempre pensé que sobre la impunidad de los crímenes de la dictadura -y de tantos anteriores, ahora hacemos las cuentas y nos damos cuenta de tantas muertes que son todas las mismas, las de la Patagonia Rebelde, las del bombardeo del 55, las de la Plaza Lorea y de la Semana Trágica, y los fusilamientos del 56, y la masacre de Cañada de Gómez después de Pavón...- están todas las impunidades. "Todo lo malo", al decir de un personaje que amo de unas novelas que amo.
Una sola y larga masacre impune que abarca desde la "Organización Nacional" hasta la "Reorganización Nacional". Trágicas comillas deben enmarcar este trágico pareado.
Y que sobre la impunidad de esos crímenes se asientan tantos mensajes erróneos, y tantas conductas contradictorias de hipócritas moralinas.
El mensaje de que cualquier cosa puede hacerse sin que al final te pase nada.
Ahí hay mucho para ver.
Impunidad de tantas cosas.
Pero lo que pasa, repito, me parece único, cada vez más único, a la vista de las impunidades que se asientan en el mundo, en la Europa del ajuste y de las muertes sirias y libias en nombre de la democracia como antecedieron las yugoslavas y tantas otras; muertes que se empeñan en olvidar, que apenas recuerdan como autobombo, autohomenaje de una democracia avargasllosada, light, hipócrita, racista, de un pequeño mundo confortable de iguales que se asienta sobre el gran mundo exterior de ilotas y esclavos sin derechos.
(cualquier derecho de ese mundo exterior es delito populista que merece ser exterminado venezuelamente)
Pero nosotros seguimos juntándonos los 24 de marzo, abrazándonos, cantando, y las banderas que ellos se empeñan en quitarnos son cada vez más, emociona ver las centenares de La Cámpora, Nuevo Encuentro, apretujadas de tantísimas que son, cada vez más.
Nos harán retroceder un rato, sí, es inevitable. A veces el músculo se acalambra un poco, y con esta sociedad a la que bienacostumbramos a la libertad y a los derechos, hay que tenerles siempre mercancía fresca para negociar, para mostrarle, seducirla, y si no, a veces enfilan para otro lado.
Es normal.
El caso único es que de este lado del mostrador seamos tantos, asentados, fijos. Con la única motivación de esa comunidad de cabeza y corazón que nos mueve, nos ata y nos desata en un único, elegante y delicado movimiento.
El caso único es que sepamos cada vez más, y que sigamos contándolo, compartiéndolo.
El caso único es que sigamos queriendo.
Y más que vamos a querer.
¿No?
Que cada 24 de marzo miles y miles de personas salgamos a la calle, vayamos a la plaza, nos juntemos cantemos, lloremos, nos abracemos.
Y ya son casi 40 años.
Siempre pensé que sobre la impunidad de los crímenes de la dictadura -y de tantos anteriores, ahora hacemos las cuentas y nos damos cuenta de tantas muertes que son todas las mismas, las de la Patagonia Rebelde, las del bombardeo del 55, las de la Plaza Lorea y de la Semana Trágica, y los fusilamientos del 56, y la masacre de Cañada de Gómez después de Pavón...- están todas las impunidades. "Todo lo malo", al decir de un personaje que amo de unas novelas que amo.
Una sola y larga masacre impune que abarca desde la "Organización Nacional" hasta la "Reorganización Nacional". Trágicas comillas deben enmarcar este trágico pareado.
Y que sobre la impunidad de esos crímenes se asientan tantos mensajes erróneos, y tantas conductas contradictorias de hipócritas moralinas.
El mensaje de que cualquier cosa puede hacerse sin que al final te pase nada.
Ahí hay mucho para ver.
Impunidad de tantas cosas.
Pero lo que pasa, repito, me parece único, cada vez más único, a la vista de las impunidades que se asientan en el mundo, en la Europa del ajuste y de las muertes sirias y libias en nombre de la democracia como antecedieron las yugoslavas y tantas otras; muertes que se empeñan en olvidar, que apenas recuerdan como autobombo, autohomenaje de una democracia avargasllosada, light, hipócrita, racista, de un pequeño mundo confortable de iguales que se asienta sobre el gran mundo exterior de ilotas y esclavos sin derechos.
(cualquier derecho de ese mundo exterior es delito populista que merece ser exterminado venezuelamente)
Pero nosotros seguimos juntándonos los 24 de marzo, abrazándonos, cantando, y las banderas que ellos se empeñan en quitarnos son cada vez más, emociona ver las centenares de La Cámpora, Nuevo Encuentro, apretujadas de tantísimas que son, cada vez más.
Nos harán retroceder un rato, sí, es inevitable. A veces el músculo se acalambra un poco, y con esta sociedad a la que bienacostumbramos a la libertad y a los derechos, hay que tenerles siempre mercancía fresca para negociar, para mostrarle, seducirla, y si no, a veces enfilan para otro lado.
Es normal.
El caso único es que de este lado del mostrador seamos tantos, asentados, fijos. Con la única motivación de esa comunidad de cabeza y corazón que nos mueve, nos ata y nos desata en un único, elegante y delicado movimiento.
El caso único es que sepamos cada vez más, y que sigamos contándolo, compartiéndolo.
El caso único es que sigamos queriendo.
Y más que vamos a querer.
¿No?
RH
hoy en la marcha de Mar del Plata comentaba eso.Cada año con los años a cuestas, valga la redundancia,con el cansancio y las lógicas broncas acumuladas.No nos han vencido
ResponderEliminarno nos han vencido.
ResponderEliminartodavia cantamos, todavia
ResponderEliminarHoy el flautista de hamelin, falso capriles, se fue a usa, a buscar respaldos, o vaya una a saber qué.
Creo que scioli tampoco ha ido a acompañar a las abuelas, ¿por qué?
yo, la verdad, prefiero... se tiene que ver todo como es
EliminarMuchachos, reconozcamos que el reverdecer y la constante lozanía de la defensa de los DDHH, la reivindicación explícita de la lucha de las Madres y las Abuelas, el juzgamiento de los genocidas y de los instigadores civiles, sólo pudo tener lugar DESPUES DE 20 AÑOS de "democracia" recién a partir de 2003.
ResponderEliminarFue necesaria la voluntad política y la indiscutible valentía para no sólo descolgar simbólicamente un par de cuadros, sino emprender una lucha frontal contra la "democrática impunidad" de la que habían gozado los asesinos y los responsables y beneficiarios de la maldita tragedia.
Y para todo éso hubo que aguardar las épocas posteriores al 25 de mayo de 2003.
Saludos