"Vos tenés que hacer una lista de las características, de lo que sabés de una persona, y te ponés a pensar como podés destrozar cada una de esas cosas que sabés.
Si es rubia, que es teñida; si es flaca, que es anoréxica, si es apasionada, que es bipolar.
Entonces, si se hizo un hotel, es con plata robada.
Si se hizo una casa, en esa casa hay una caja fuerte. En esa caja fuerte, se pone plata robada.
Si a alguien cercano a él le va bien, es todo por su cercanía a él. Y él cobró. Y esa plata es robada.
Si hizo cloacas, si llevó agua, electricidad y gas, esas grandes obras costaron mucha plata, y las hicieron empresas constructoras. Toda empresa constructora es "amiga", y toda obra se hizo "con sobreprecios". Y esa plata se la llevó él. en avión. A la bóveda. En oro. A Panamá. A Suiza.
Si tiene hijos, los hijos son vagos, parásitos. Drogadictos. Se benefician de su condición de hijos. Y la plata que usan, es plata robada.
Si viaja en un avión privado, en ese avión se transportaron drogas, y plata robada.
Si es hincha de fútbol, tiene que haber, con la plata robada, comprado pases de jugadores.
Entendélo, gordo: todo lo que haga esa persona está manchado, de origen. No importa lo insostenible que sea, porque lo "sostenible", las paredes en las que se apoyan esas mentiras insostenibles, las ponemos nosotros: son el miedo y el odio.
No importa que 700 hoteles de la Argentina sean más grandes que el de Calafate, no importa que el hotel más chiquito de la Pampa húmeda tenga una caja fuerte en cada cuarto, no importa que aviones privados suban y bajen todo el día, no importa que haya miles de pases de jugadores de fútbol. No importa que todas las cosas que decimos que hacen ellos, que inventamos o manchamos o tergiversamos, las hacemos nosotros, las limpias, las sucias y las sangrantes. No importa nada, porque acá, en este inframundo donde estamos, no hay reglas, las reglas del infierno las escribimos vos y yo todos los días a todas horas y a nuestro antojo cada segundo que pasa. Todo ya fue, ahora queda el caos, que vos y yo tenemos que ir creando día a día. Con eso basta, para la eternidad. Y ahora disculpáme que tengo que recibir a alguien importante. Un tocayo tuyo, por cierto."
El demonio flaco se fue caminado por el enllamarado pasillo; al fondo, una silueta de asesino que supo llevar uniforme se recortaba contra el telón infernal. "General, lo estábamos esperando. Acá podrá ver, desde un lugar privilegiado, cómo todavía hoy su legado de destrucción, de hacer yerma la tierra y estériles las almas, aún perdura en una parte de la sociedad. Por aquí, señor".
Las delgadas siluetas, la del muerto recién llegado y la del demente demonio desaparecieron por el fondo.
El demonio gordo quedó cavilando. Tendría que pensar qué inventar para el próximo domingo.
Pero después habrá otro domingo. Y otro. Y otro. Se sobresaltó.
Comenzó a caminar, en sentido contrario al que su amo infernal y su húesped de honor habían tomado. Le daban mucho miedo. Pero de inmediato se tranquilizó.
"Si zafé de tantas... de ésta zafo también, seguro".
Y, bamboleándose, se desvaneció por las hediondas cloacas, en que a su paso, el mar de fuego se había convertido
RH
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