Veo las "notas" de Clarín sobre los arreglos en el CIADI, con las "fuertes sospechas", "vínculos de Boudou", y -ésta es la mejor, y es de Ana Barón-
"De hecho, una investigación sospecha que Gramercy estuvo involucrado en el tráfico de influencias que hubo en el canje del 2010."
Si existe el delito de "redacción fraudulenta", ese párrafo iría preso sin reducción de condena. "Una investigación sospecha", lo cual daría a la investigación entidad humana, y a esta entidad humana cero objetividad; para rematar con "estuvo involucrado"; así que la Investigación Que Sospecha, a la que podemos llamar a partir de ahora IQS, no es que sospeche, sino que Afirma "que estuvo involucrado", nada de "habría estado" ni esas delicadezas que un pretéritamente más cauto Clarín nos destinaba. Ahora la imprudencia es la norma, porque evidentemente Clarín siente el abismo cerca y nos quiere llevar a todos; que todos caigamos por el precipicio al que, como Motorman Injustamente Incriminado por el Gobierno (MIIG) dirige su tren destructivo. Tan imprudentes que el Infatuado Inflado Infame (III), (a) Lanata acaba de ser demandado por Yahuar porque el triple III lo acusó de ser directamente narco sin ninguna prueba, lo cual lleva a juicio direitinho, sin estaciones intermedias.
Pero volvamos a la IQS; Ana Barón y Bodelli compiten en denigración, fanfarroneando conocimientos del percal lobbuitre que, vive Dios, deberían aclarar ante la justicia. Insistimos mucho desde este espacio en que debería pedirse declaración jurada de ingresos a periodistas, sobre todo a quienes se hacen pasar por ellos como Barón y Bodelli pero que en realidad más parecen lobbuitres infiltrados en la sociedad argentina como sus compañeros de cuarto del ex-periódico para el que firman sus lobbeadas.
Supongo que el paciente lector tal vez haya abandonado estas elucubraciones, pero si no dejamos espacio a un poco de delirio en este redundantemente espacio, uno, qué quiere que le diga, se mata.
Por cierto, contamos las horas en que los jueces declaren consumado el divorcio entre Clarín y la sociedad argentina. Y que dejen de una vez por todas el hogar conyugal, hasta ahora sede de sus tropelías contra la libertad, sentido común y salud pública.
"De hecho, una investigación sospecha que Gramercy estuvo involucrado en el tráfico de influencias que hubo en el canje del 2010."
Si existe el delito de "redacción fraudulenta", ese párrafo iría preso sin reducción de condena. "Una investigación sospecha", lo cual daría a la investigación entidad humana, y a esta entidad humana cero objetividad; para rematar con "estuvo involucrado"; así que la Investigación Que Sospecha, a la que podemos llamar a partir de ahora IQS, no es que sospeche, sino que Afirma "que estuvo involucrado", nada de "habría estado" ni esas delicadezas que un pretéritamente más cauto Clarín nos destinaba. Ahora la imprudencia es la norma, porque evidentemente Clarín siente el abismo cerca y nos quiere llevar a todos; que todos caigamos por el precipicio al que, como Motorman Injustamente Incriminado por el Gobierno (MIIG) dirige su tren destructivo. Tan imprudentes que el Infatuado Inflado Infame (III), (a) Lanata acaba de ser demandado por Yahuar porque el triple III lo acusó de ser directamente narco sin ninguna prueba, lo cual lleva a juicio direitinho, sin estaciones intermedias.
Pero volvamos a la IQS; Ana Barón y Bodelli compiten en denigración, fanfarroneando conocimientos del percal lobbuitre que, vive Dios, deberían aclarar ante la justicia. Insistimos mucho desde este espacio en que debería pedirse declaración jurada de ingresos a periodistas, sobre todo a quienes se hacen pasar por ellos como Barón y Bodelli pero que en realidad más parecen lobbuitres infiltrados en la sociedad argentina como sus compañeros de cuarto del ex-periódico para el que firman sus lobbeadas.
Supongo que el paciente lector tal vez haya abandonado estas elucubraciones, pero si no dejamos espacio a un poco de delirio en este redundantemente espacio, uno, qué quiere que le diga, se mata.
Por cierto, contamos las horas en que los jueces declaren consumado el divorcio entre Clarín y la sociedad argentina. Y que dejen de una vez por todas el hogar conyugal, hasta ahora sede de sus tropelías contra la libertad, sentido común y salud pública.
RH
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