Estas historias con Bonellis, Lanatas, y algunas discusiones al respecto me invitaron a la siguiente reflexión, que comparto.
Acá estamos hablando de las obligaciones de los periodistas para con sus lectores.
A esta pobre gente, estos lectoespectadores que se ofenden muchísimo y que responden a los descubrimientos sobre el bonelanatismo con acusaciones a Cristina, alguien les metió en la cabeza la loca idea de que se puede comparar a un periodista con un político.
Porque esos "periodistas" creen eso, creen que están al mismo nivel que un político, los maltratan, etc, Y la realidad es que normalmente no tienen ni idea sobre qué están preguntando. Porque en realidad no preguntan sino acusan impunemente y sin pruebas la mayor parte de las veces, y esto porque hasta el momento nadie se las exige como corresponde.
Desde aquí les cuento: un periodista es alguien que apenas sabe superficialmente de las cosas. Su único papel es que la sociedad se entere qué hacen no sólo los políticos, sino que hacen las empresas, qué hacen los deportistas, etc.
Pero no hacen ni harán una cloaca en su vida. No sacarán petróleo, no agarrarán ladrones, etc. Me atrevo a decir (a provocar, vamos), que el concejal más corrupto del último pueblo del desierto, hace más por la sociedad, en hechos concretos, que el mejor periodista de los medios, incluso con los de aquellos con los que simpatizo.
Y los peores políticos... son aquellos que se comportan como (esos) periodistas.
O sea, no hacen, no aportan, acusan sin pruebas. Y, al igual que esos "periodistas", desconocen absolutamente los temas delos que hablan.
Y es muy triste que pase eso. Porque esos engañados lectoespectadores ellos pueden querer un tipo de sociedad, y yo otra.
Pero los periodistas, todos, no son referentes morales, no son empresarios, no son nada de eso. No son políticos.
Son sólo informadores, que no deben hacer confundir a las personas en cuanto a su papel y sobre la función de las palabras e imágenes que emiten: la información es información, la opinión es opinión, la publicidad es publicidad.
Y si una empresa ajena al periodismo les paga, debe saberse, porque entonces en el caso de lo que involucre a esa empresa, son publicistas y no periodistas. Y los lectores deben saberlo, no es lo mismo lo que lea de Quilmes de un "crítico de cerveza", en cuya opinión debo confiar, que la publicidad que vea de Quilmes.
Viene de maravilla para eso esta culta cita, que dice más o menos así: el crítico culinario de Ratatouille, Antón Ego, después de probar el delicioso ratatouille elaborado por Remy (una rata) hace un mea culpa: "el peor plato preparado por un chef malo, es mejor que la crítica más ingeniosa que hagamos".
Más o menos eso, dijo.
En su relación con la política, los periodistas deben ayudar a que obliguemos a nuestros políticos a mejorar nuestra vida, la de la sociedad en su conjunto. Simplemente facilitándole a la sociedad un conocimiento mejor de los hechos. Nada más.
Estos "periodistas" de los que hablamos hacen exactamente lo contrario.
A esta pobre gente, estos lectoespectadores que se ofenden muchísimo y que responden a los descubrimientos sobre el bonelanatismo con acusaciones a Cristina, alguien les metió en la cabeza la loca idea de que se puede comparar a un periodista con un político.
Porque esos "periodistas" creen eso, creen que están al mismo nivel que un político, los maltratan, etc, Y la realidad es que normalmente no tienen ni idea sobre qué están preguntando. Porque en realidad no preguntan sino acusan impunemente y sin pruebas la mayor parte de las veces, y esto porque hasta el momento nadie se las exige como corresponde.
Desde aquí les cuento: un periodista es alguien que apenas sabe superficialmente de las cosas. Su único papel es que la sociedad se entere qué hacen no sólo los políticos, sino que hacen las empresas, qué hacen los deportistas, etc.
Pero no hacen ni harán una cloaca en su vida. No sacarán petróleo, no agarrarán ladrones, etc. Me atrevo a decir (a provocar, vamos), que el concejal más corrupto del último pueblo del desierto, hace más por la sociedad, en hechos concretos, que el mejor periodista de los medios, incluso con los de aquellos con los que simpatizo.
Y los peores políticos... son aquellos que se comportan como (esos) periodistas.
O sea, no hacen, no aportan, acusan sin pruebas. Y, al igual que esos "periodistas", desconocen absolutamente los temas delos que hablan.
Y es muy triste que pase eso. Porque esos engañados lectoespectadores ellos pueden querer un tipo de sociedad, y yo otra.
Pero los periodistas, todos, no son referentes morales, no son empresarios, no son nada de eso. No son políticos.
Son sólo informadores, que no deben hacer confundir a las personas en cuanto a su papel y sobre la función de las palabras e imágenes que emiten: la información es información, la opinión es opinión, la publicidad es publicidad.
Y si una empresa ajena al periodismo les paga, debe saberse, porque entonces en el caso de lo que involucre a esa empresa, son publicistas y no periodistas. Y los lectores deben saberlo, no es lo mismo lo que lea de Quilmes de un "crítico de cerveza", en cuya opinión debo confiar, que la publicidad que vea de Quilmes.
Viene de maravilla para eso esta culta cita, que dice más o menos así: el crítico culinario de Ratatouille, Antón Ego, después de probar el delicioso ratatouille elaborado por Remy (una rata) hace un mea culpa: "el peor plato preparado por un chef malo, es mejor que la crítica más ingeniosa que hagamos".
Más o menos eso, dijo.
En su relación con la política, los periodistas deben ayudar a que obliguemos a nuestros políticos a mejorar nuestra vida, la de la sociedad en su conjunto. Simplemente facilitándole a la sociedad un conocimiento mejor de los hechos. Nada más.
Estos "periodistas" de los que hablamos hacen exactamente lo contrario.
RH
El tema es que los lectoespectadores ya me tienen las bolas llenas. Me los tengo que cruzar a diario. Y conforman una repetidora de los periodistas de las corpos, no más.
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