El país del nudo en la garganta

30 de abril, 1 de mayo. Las Madres, los laburantes. ¿Tendremos conciencia alguna vez de lo trascendente, lo extraordinario de los procesos que estamos viviendo, que estamos generando? ¿Podremos disfrutarlo?

Detenernos un momento, saborearlo.

Poder tatuarnos "Yo vi como todo se derrumbaba, y vi, contra toda esperanza, que el futuro volvía, fresco y límpido como algunas mañanas de otoño (de invierno, de primavera) a esperarme en la puerta para seguir andando".

Y todo es imperfecto. Tan humano. Y tan fascinantemente complejo, por tan humano. El desafío maravilloso que estas personas tan humanas, tan imperfectas que decidieron entregar sus potencialmente cómodas e ideales existencias a -no sé si es la expresión correcta- redimirnos nos... nudo en la garganta. Empezar varias veces la frase y no acertar.

Cada sospecha ha quedado desacreditada, desvirtuada.

Destrozada.

Porque ya no pueden caber dudas: todo lo hecho se hizo por convicciones, y se hizo por todos nosotros, por las mayorías. Para que los castigados del mundo -sí sí, del mundo- tengan futuro.

Después de nueve años, con todo el esfuerzo puesto en educar, en paliar, en curar, en informar... e ir y repetirlo en los foros internacionales, en llamar las cosas por su nombre, durante nueve años...

Se había destruido hasta la raíz. Y la raíz es debajo del suelo, ojo.

No sólo eso: se decretó la guerra perpetua entre todos. La idea del mundo que tienen ellos, los malos. La que nos meten en su cine, en sus series.

En sus (cable)visiones apocalípticas.

Ley de Medios. No más apocalipsis. Quien quiera pesadillas, que cablevisione.

Quién quiera sueños, que Encuentre.

Sé que son metáforas de pacotilla. No me importa. Me escudo detrás del nudo en la garganta.

Las Madres. Los laburantes.

Y queda mucho, mucho, mucho.

Pero estamos en camino. Se irá haciendo en la medida que se pueda.

Destinemos un rato a ser felices. A saborear estas lágrimas que desanuden, por un rato.

RH