jueves, 7 de noviembre de 2013

INFLACIÓN: LA GUERRA CONTRA TODOS Y TODAS

Ayer fui a buscar algo que uso para mi trabajo.

Entré al local, por Boedo.

Cara de orto.

Lanata a todo volumen.

El precio de lo que buscaba, había aumentado más del 50% en los últimos 6 meses (de 140 a 245 pesos)

Y ahí "lo ví", una epifanía como pocas tuve.

"Lo ví" oyendo el vómito cotidiano de los Lanatas, mascullando su odio, su miedo sobreactuado, y el efecto de los Lanatas conseguido, "prueba superada" vociferaría el conductor de un hipotético programa-concurso de iniquidades galácticas.

"Lo vi" diciendo/actuando:

"con estos K ladrones hijos de puta nunca se sabe que va a pasar mañana, yo me cubro"

+10% hoy, +10% mañana, +10% pasado, y así.

Y sabés qué, esto siempre fue así. Siempre provocaron así, estas cosas.

Así que, contradiciendo a aquellos que dicen que hay que establecer controles de precios, que siempre se han demostrado inefectivos, de lo que se trata es de encontrar la manera de acallar a los profetas del odio. Sin censura, sin represión. Lograr establecer puentes con esa sociedad tan envenenada a la que se le alimenta con dosis iguales de cinismo ("todos lo hacen") e hipocresía ("yo no, ellos"), y que se transforma en este coctel explosivo de inflación de violencia verbal, de locura, de psicosis.

Hay por supuesto herramientas económicas en las que hay que profundizar, el fomento de la verdadera competencia, del verdadero mercado, ese que nunca quisieron los defensores del "libre mercado" (El mercado en el cual vos y yo nos encontrábamos para intercambiar bienes, servicios, noticias, fiestas y abrazos)

El problema está en el odio.

El odio es la excusa perfecta, la "legitimidad" sobre la que se construye esa suerte de "guerra contra todos y todas" que es la inflación.

Sobre ese único asunto es sobre el que hay que trabajar, en serio, en mitigarlo, en acallarlo.

Construir una nueva legitimidad, un poder lo suficientemente grande y lo suficientemente amable como para que esos individuos dejen de vengarse en su prójimo por esos agravios imaginarios que les destinan los Lanatas.

Por ahi pasa, para mí.

RH

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